Por Mario Víctor Vázquez
Constantemente estamos recibiendo información sobre las bondades de algún producto relacionado con la salud donde “9 de cada 10 médicos lo recomiendan”, o que vale la pena comprarlo porque elimina “el 99% de los gérmenes”. Escuchamos vehementes discursos políticos en los que, para resaltar logros, se informa que se inauguraron “más de 130 casas”. Si somos aficionados al fútbol, nos enteramos de que el reciente mundial organizado en Rusia, país del que a su vez nos informan que tiene un poco más de 17 millones de kilómetros cuadrados, hubo por partido una media de 3,5 tarjetas amarillas y un preocupante número de 0,06 tarjetas rojas. Se acaba el evento y sabemos que, según el DANE, “5,1 es el promedio de libros leído por personas de 5 años y más con relación al total nacional el año anterior”. Entonces decidimos salir a caminar por la ciudad y de previsores que somos buscamos información sobre el estado del tiempo y nos dicen que tengamos en cuenta que hay “52% de probabilidad de lluvia”.
Si actuamos de manera habitual, esos números tendrán seguramente el mismo efecto en nuestras vidas que la letra de un reguetón. Es decir, ninguno. El problema sobrevendría si nos detenemos a reflexionar sobre esos datos: si 9 de cada 10 médicos dicen que algo es la octava maravilla, ¿consultaron a todos los médicos del país?, ¿cuántos años les llevó preguntarles a todos?; y si no fue así ¿a cuántos médicos consultaron realmente? Si el producto elimina el 99% de los gérmenes, ¿implica que ensayaron con todos los gérmenes conocidos o se refieren a algunos en particular? Si la gestión política fue tan buena, ¿cuantas casas inauguraron?, ¿131?, ¿100.000? Con esa interesante información estadística sobre el mundial de fútbol, ¿es buena o mala esa fracción de tarjetas?, y si los mayores o iguales a 5 años leyeron 5 libros al año y un pedacito de otro, ¿qué significa?, ¿para qué sirve esa información?, ¿cómo hicieron la medida? Como broche de oro, si hay una probabilidad del 52% de que llueva, ¿qué hacemos?, ¿salimos con una sombrilla o con media sombrilla?, ¿mejor no salimos para no mojarnos?
A esta altura de la columna, 58,6%, toda esta información ya tendrá al lector seguramente a punto de ansiolítico porque al parecer son números sin sentido. Pero esto no es así, en la mayoría de los casos (es decir más del 51%) puede tratarse de estudios serios y confiables, pero a veces son usados de manera ligera y sin brindar toda la información respectiva, como por ejemplo cuál fue el margen de error obtenido o la población estudiada. Se suelen usar tendenciosamente estas cifras para exaltar o criticar de manera rápida algo. Y estos no son los objetivos de los profesionales que trabajan con las estadísticas y elaboran predicciones a partir de ellas. Estas herramientas no son solo importantes para los científicos, quienes necesitan repetir experimentos hasta poder alcanzar un determinado grado de confianza en sus resultados, también son indispensables para los economistas, analistas, ingenieros, salubristas, y también son útiles para la gente en su vida cotidiana.
Las estadísticas no son buenas o malas por sí mismas. Al igual que las tijeras, que pueden ser muy útiles, hay que mantenerlas alejadas de personas inescrupulosas. Casi nada de lo que conocemos es exacto, pero eso no necesariamente es un problema, todo depende del contexto. Si nos equivocamos en 1% en el número de tarjetas rojas sacadas durante el mundial podemos dormir tranquilos, pero si los encargados de la misión de la Estación Espacial Internacional se equivocan en esa magnitud con relación a la pérdida de presión soportable en el interior, seguramente “Houston, tendremos un gran problema”.
Seamos cautos a la hora de recibir tanta información numérica, ya sabemos que cuando la estadística es buena hasta el santo desconfía. Debemos entrenar nuestra capacidad de interpretación, buscar siempre el contexto de las cifras. Después de todo, como dice Walter Sosa Escudero en su libro Qué es (y que no es) la estadística: “Toda estadística debe ser entendida como un compromiso que intenta aproximar una realidad compleja a través de una herramienta errada pero potencialmente útil”.
Mario Víctor Vázquez es investigador, docente y divulgador científico. Profesor Titular de la Universidad de Antioquia. Doctor en Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Director del programa radial El Laboratorio y creador del Colectivo Quími Komedia. Ilustraciones de Electrobudista para Todo es Ciencia. Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.
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