Por Felipe Useche
¿Cuál fue la primera conspiración de una pandemia? ¿Por qué un epidemiólogo quiso desenterrar a los muertos de todo un pueblo? ¿Qué pasaría si una pandemia mata a 9 de cada 10 personas?
Quizás lo único que se expandió más rápido que el Coronavirus fueron las tendencias y hashtags sobre la pandemia en ese universo paralelo de viralidad que son las redes sociales. Pero los pandemias no son una novedad, así esta haya agarrado por sorpresa a muchos que creían que este jinete del apocalipsis, la peste, era un relicto del pasado o el subdesarrollo. Pero estábamos equivocados. Hoy nuestras vidas se reducen a esperar, pacientemente, rogando que el jinete no llegue a tocar nuestra puerta o echar los dados, porque no hay otra opción, y elegir entre la peste o ese quinto jinete que nos han traído la modernidad: la pobreza. Pero me voy por las ramas.
La peste o, para ser más precisos, las pandemias, son viejas compañeras de la humanidad. Muy viejas. Codependientes incluso. Por eso hoy, en esta era de virus, propongo un pequeño ejercicio de memoria en formato viral, porque a los historiadores nos gustan los chistes malos y, también, porque la ligereza es fundamental en tiempos donde todo pesa tanto. Acá está: Top 5 de pandemias de la historia de la humanidad y qué aprendimos de ellas.
1. La peste negra
El papá de los helados cuando se trata de epidemias es la plaga conocida como la peste negra. El nombre se lo debemos a un alemán, por lo que no extraña que tenga el nombre más metalero de todas las pandemias. Quienes la sufrieron, no obstante, a mediados del siglo XIV, la llamaron la peste, la Gran Mortandad o La Pestilencia y se considera que pudo haber matado entre un tercio y la mitad de la población de Europa y partes de África del Norte y Asia Menor, entre 20 millones y 200 millones de personas, dependiendo de a quién se le pregunte.
Aunque el origen de la pandemia todavía es debatido, las pulgas son las protagonistas de esta historia, que a lomo de ratas llevaron la bacteria (posiblemente la Yersinia pestis) de Kaffa, en la actual Ucrania, a casi todos los rincones poblados del resto de Europa, donde la mortalidad fue mayor que en Asia y África, debido a la mejor medicina y salubridad bajo la influencia de los califatos árabes.
La peste tuvo un efecto considerable en la sociedad de entonces. En Inglaterra, por ejemplo, llevó a la debilitación de los terratenientes feudales que comenzaron a pagar mejores jornales a los campesinos que quedaban para trabajar la tierra y muchos empezaron a migrar buscando mejores condiciones laborales. En Alemania e Italia, la Iglesia hizo un papelón, cuando no supo dar explicaciones a la peste, lo que, para algunos historiadores, sembraría la semilla de la desconfianza en el clero que luego brotaría en forma de las reformas protestantes.
En retrospectiva, la Muerte Negra llenó de vida a la cultura europea, virando de una doctrina religiosa que abogaba por el sufrimiento en vida, el abandono de lo terrenal y la salvación del alma, a una celebración de la divinidad en lo humano, el disfrute de los placeres de los sentidos y la desconfianza en la instituciones clericales que anuncian lo que historiadores luego llamarían el mundo moderno temprano o, en otras palabras, el Renacimiento.
No todos se tomaron a bien la peste. En muchos lugares, el sentimiento religioso se recrudeció, y la peste se consideró un castigo divino por el estado deplorable de la civilización cristiana. En otros lugares, los sentimientos antisemitas se acrecentaron, dado que muchos cristianos comenzaron a culpar las comunidades judías de la peste, en parte porque no se enfermaban (debido a prácticas de salubridad más emparentadas con el mundo árabe), en parte por su relación con los nodos comerciales que habían sido vectores de transmisión de la enfermedad. Los judíos, entonces, comenzaron a ser el objeto de protestas y persecución, al punto que incluso muchos fueron quemados en la hoguera o asesinados. Muchos salieron a decir que los judíos habían usado la peste para debilitar a la cristiandad. En fin, hasta las teorías conspirativas tienen antecedentes históricos.
2. Viruela
Si la peste negra es el papá de los helados, la viruela es la madre de las pandemias. Es una de las enfermedades más estudiadas y más viejas de la humanidad. También es capítulo obligado del entusiasta de las pandemias, porque la primera vacuna fue para la viruela. Pero cómo no escribimos desde Inglaterra, sino desde Colombia, la viruela debería recordarnos un evento más significativo que la invención de la vacuna por Edward Jenner, el tatarabuelo de Kylie (no me citen): el exterminio de los pueblos originarios de América.
Es un consenso entre historiadores que la viruela, en conjunto con otras “fiebres” asociadas como la varicela, las paperas y el sarampión, fueron responsables de la muerte de aproximadamente un 90% de la población indígena de América y el Caribe, en una serie de brotes a lo largo del siglo XVI, pero sobre todo, precediendo las conquistas de Perú y México por parte de Pizarro y Cortés. La supuesta superioridad española frente a los pueblos indígenas es un mito. La derrota de los imperios Inca y Azteca se explica con mayor precisión por el devastador efecto de enfermedades para las que los pueblos americanos, que no domesticaron más animales que las alpacas y las llamas, no tenían ningún tipo de inoculación.
Pero no hay que estudiar historia para entender el impacto de la viruela en América, sólo hay que hacer un pequeño cálculo hipotético. Haga una lista de diez personas cercanas a usted, incluyéndose. Ahora tache a nueve de los diez: a todos los mató la viruela. Observe la lista, eso es lo que quedó de los pueblos indígenas americanos. El 10% de la gente, que no vivirían para ser felices, sino acabarían reducidos más y más con la colonización. Eso pasó en América y el Caribe con la llegada de los españoles.
La viruela también es famosa en este mundo de la historia de las enfermedades por ser la primera enfermedad infecciosa en tener vacuna. La leyenda habla de Edward Jenner, un médico rural inglés, que por allá en 1797 tuvo tomó el fluído de las pústulas de una mujer infectada con fiebre bovina (cowpox) e inyectó el líquido en la sangre de un ser humano, un niño local, que luego de sufrir los síntomas del vaccinia Virus o fiebre bovina, fue inoculado con el Variola virus, la viruela humana, y no desarrolló síntomas. De ahí que usemos la palabra vacuna tanto para la inyección de Jenner como para adjetivo de todo lo relacionado a las vacas.
El método de Jenner inspiró a varias coronas europeas a renovar sus esfuerzos en contra de la viruela. Entre ellos estaban los reyes borbones de España, que, en pleno período de reformas administrativas, organizaron numerosos viajes y expediciones en sus territorios con el fin de actualizar -o incluso producir- conocimientos de las personas y tierras coloniales. Entre estas expediciones aparece la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, que recorre el imperio español con 22 niños inoculados, denominados los “galleguitos”.
Sin embargo, en los años 50 todavía la viruela cobraba la vida de 15 millones de personas al año. Así que la OMS se puso a la tarea de promover su erradicación. Era un buen negocio, pero más allá de cuestionar las puras intenciones humanitarias de la OMS, el éxito de sus campañas es indudable: la viruela está oficialmente erradicada del mundo desde 1980. Facts. Vacúnate.
3. La tercera plaga (1855)
Como si fuera El Padrino, la peste bubónica tuvo también tres partes y la tercera es la que menos se menciona de las tres. Este brote comenzó en 1855, en la provincia de Yuunan, en el suroccidente de China. Este episodio de epidemia de peste bubónica llevó a la muerte de unas 12 millones de personas, de los cuáles la mayoría fueron en India, no en China. Los brotes de peste fueron recurrentes hasta bien entrado el siglo XX, con brotes menores alrededor del mundo, de la Mecca a Bolivia, de Glasgow a Australia.
Esta peste recibió bastante atención por parte de occidente, gracias a que India permanecía bajo el control británico. Alexandre Yersin, un suizo, identificó en Hong Kong la bacteria responsable de esta peste como la Yersinia pestis (literalmente la peste de Yersin, gente rara los epidemiólogos y probablemente se trata de la misma bacteria que produjo la primera parte de esta plaga: la peste negra). En 1898, el francés Paul Louis Simond, demostró que las pulgas de las ratas eran un vector importante en la transmisión de enfermedades. Y es que, a diferencia de epidemias anteriores, esta ocurrió en un período que se conocería como la “era dorada de la bacteriología”.
En realidad, esta época nos habla de un cambio en el paradigma de nuestra comprensión de las enfermedades y las pestes. Parte de la dificultad de estudiar las enfermedades con base en fuentes históricas deriva del antiguo paradigma: quienes escribieron algo sobre las pestes antes del siglo XIX no hablaban de bacterias, virus o brotes. Por el contrario, las enfermedades eran producto de los miasmas, sustancias en putrefacción disueltas en al aire que entraban en la sangre. Por eso, una de los principales tratamientos era la sangría, bien sea produciendo cortes o usando sanguijuelas, de manera que el miasma se “saliera” del cuerpo. En la segunda mitad del siglo XIX, en cambio, los descubrimientos de Louis Pasteur y Robert Koch, por citar a dos famosos, ayudaron a sentar las bases de la bacteriología moderna para comienzos del siglo XX.
4. La gripe española
Cuando la gente dijo “eso es sólo una gripa” sin duda se referían a la gripe española, que no se llama así por el lugar dónde comenzó, sino por el viejo adagio que dice “el que lo huele lo tiene”. Los gringos le pusieron así porque, en medio de la guerra, las únicas noticias que llegaban eran las de España, un país neutral, que comenzó a reportar casos de la enfermedad en Mayo de 1918. Hasta ahora, por suerte, es la pandemia más severa de la historia reciente, cobrando la vida de más de 50 millones de personas en 1918.
El virus detrás de la gripe española fue un misterio cuyo descubrimiento es digno de una película. La historia comienza en, en 1957, cuanto Johan Hultin, un estudiante de microbiología, emprende una expedición a Alaska en busca de una fosa común del pueblo Inuit. Luego de obtener permiso de los ancianos de la comunidad, recupera los cuerpos de la fosa, en cuyos pulmones congelados estaría la cepa mortal responsable de la gripe española. El estudiante no lograría aislar al virus en ese entonces sino 40 años después, en 1997 y no sería hasta el 2005 que el genoma completo del virus de la influenza sería descubierto y recreado en laboratorios del CDC de Atlanta. El virus: el H1N1, el mismo subtipo de influenza A que causó la gripe porcina del año 2009. El legado de la gripe española es más que los millones de muertos que dejó, durante el resto del siglo XX, la epidemiología encontró una nueva herramienta para combatir las enfermedades infecciosas en forma de la genética.
5. SIDA/VIH
El caso del SIDA es particularmente diciente entre las pandemias. Hasta el momento se calcula que la enfermedad producida por el VIH ha matado alrededor de 30 millones de personas en el mundo, desde que fuera descubierta en los años 80. Sin embargo, más que los números, el SIDA nos recuerda que las pandemias y la sociedad están intrínsecamente vinculadas. La discriminación y la pobreza son poderosos vectores para enfermedades que no sólo tienen una existencia biológica, sino social y cultural. Al día de hoy, el 60% de las personas que tienen VIH viven en África, en particular, alrededor de África subsahariana, una de las regiones más pobladas y pobres del mundo. En Estados Unidos, alrededor de la mitad de las personas que viven con VIH son de la comunidad LGBT, en especial, trans y hombres gay. Por esta razón, la respuesta al VIH fue lenta y llena de discriminación: incluso al día de hoy el estigma alrededor de esta enfermedad tiene efectos negativos en la erradicación de la enfermedad. La batalla contra el SIDA todavía está lejos de acabarse, pero los avances de las últimas décadas, a partir de la aprobación del uso de retrovirales como AZT en 1987, a las terapias de retrovirales de hoy, han permitido que un diagnóstico mortal se vuelva crónico, dándole una oportunidad a quienes sufren de esta enfermedad de tener una vida digna.
Felipe es historiador y un curioso de la experiencia humana en este planeta, en especial si detrás de los datos y los hechos hay una buen cuento que merece ser leído, visto o escrito.
Ilustra Raeioul
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