Del páramo de Guacheneque al salto del Tequendama, el río Bogotá es la columna vertebral ambiental de la sabana, o lo era, al menos, hasta que décadas de industria en su cuenca media le cobraron la factura a los habitantes de la sabana occidental. En 20 años se estima que un dos tercios de la población mundial tendrá desabastecimiento de agua potable y Colombia, uno de los países con mayor riqueza de este recurso no es, como podría pensarse, la excepción. Según estimaciones publicadas en la prensa, un tercio de la población colombiana podría tener problemas de insalubridad en su agua potable en las próximas dos décadas.
No pudieron elegir un momento más oportuno los jóvenes de Soacha y estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia para su proyecto de descontaminación de la represa del Muña. En la Tecnoacademia del SENA en Cazucá, jóvenes de 18 a 22 años estudian las aguas que llegan a la represa del Muña, degeneradas por la contaminación de industrias y comercios que vierten sus residuos sin mayor control a lo largo del curso medio del río Bogotá. “Tener agua contaminada es como no tener agua” dice uno de los estudiantes del proyecto. Los mosquitos y las plagas abundan en el río Bogotá cerca del Muña y las aguas contaminadas son usadas como agua de riego para muchos de los cultivos y hortalizas que llegan a Bogotá cada día.
El proyecto estudia la fitorremediación, una forma de descontaminación del agua que comienza por identificar temperatura, ph, turbidez, oxígeno disuelto y otros aspectos de las condiciones del agua, para atacar la contaminación con microalgas. Estos organismos usan compuestos de nitrógeno para extraer oxígeno, por lo que son una alternativa para restaurar el ecosistema del río. El proyecto ganó el Premio Latinoamérica Verde, no sólo por presentar un proceso limpio para descontaminar el agua, sino por el impacto social que ha generado: “el proyecto lo adelantan chicos de la zona y de verdad puede verse un cambio de chip: muchos ya sueñan con estudiar en la universidad, hacer maestrías, hacer doctorados, y ven en la ciencia una alternativa de vida que antes no era clara” nos dice una de las instructoras de la Tecnoacademia. Con muchachos así, sólo queda que las instituciones apoyen sus iniciativas e inviertan tiempo y recursos en potenciar su talento, inteligencia e iniciativa. Los pelados de la Tecnoacademia de Cazucá son Fórmulas de Cambio.