Participación de colombianas en ciencias del espacio
Por Valentina Abril Melgarejo, Lauren Flor Torres, Andrea Guzmán Mesa
En nombre de Colombianas Haciendo Investigación en Astrociencias (CHIA)
Desde la antigüedad, la humanidad se ha visto interesada y maravillada por el estudio del Universo y la diversidad de fenómenos que se observan en el cielo. La regularidad de los movimientos de los astros en la bóveda celeste sirvieron como indicadores del paso del tiempo y favorecieron el avance de la agricultura y la creación de calendarios precisos. Varios siglos después el desarrollo de la astronomía, la aeronáutica y la carrera espacial han dado paso a grandes avances tecnológicos que permitieron a los primeros seres humanos caminar sobre la superficie de la Luna hace 42 años. Hoy contamos con un sinfín de aplicaciones computacionales y tecnológicas derivadas, de manera indirecta, del desarrollo de la carrera espacial y la física, como lo son por ejemplo, los geolocalizadores que utilizan el sistema de posicionamiento global (GPS) que utilizamos en dispositivos móviles.
Todos estos logros han sido posibles gracias al trabajo mancomunado de mujeres y hombres dedicados a generar conocimiento científico. Sin embargo, si nos remitimos a los textos científicos sobre astronomía, es evidente la ausencia de referentes femeninos, lo cual afirma que los aportes de las mujeres científicas no han tenido el reconocimiento y difusión que merecen a lo largo de la historia. En el área de las ciencias del espacio podemos citar varios ejemplos de grandes contribuciones científicas hechas por mujeres: Henrietta Leavitt, quien descubrió la relación entre el periodo y brillo de las estrellas variables Cefeidas. Ella fue pionera en la medición de distancias cosmológicas; Anne Jump Cannon y Williamina Flemming aportaron las bases del sistema actual de clasificación estelar; Cecilia Payne-Gaposchkin, fue la primera doctora en astronomía de Harvard cuya tesis sobre atmósferas estelares es catalogada como “la tesis doctoral en Astronomía más brillante de la historia”; Vera Rubin encontró la primera evidencia de la existencia de materia oscura al estudiar dinámica de galaxias; Jocellyn Bell descubrió la primera radioseñal de una estrella púlsar; y recientemente la astrónoma Andrea Ghez se convirtió en la cuarta mujer en la historia en recibir el premio Nobel de Física gracias al descubrimiento del agujero negro en el centro de nuestra galaxia.
América Latina no es la excepción en esta lista de legados femeninos, pues contamos con pioneras en estas áreas como María Teresa Ruiz, la primera mujer en obtener un doctorado en Astrofísica de la Universidad de Princeton en 1975, además de ser la primera mujer en Chile en recibir el Premio Nacional de Ciencias Exactas y actualmente presidenta de la Academia Chilena de Ciencias. Maria Cristina Pineda Suazode Honduras, la primera mujer en dirigir un observatorio astronómico en Latinoamérica en 1994. Silvia Torres-Peimbert, la primera mujer en obtener un doctorado en Astronomía en México y la segunda mujer presidente de la Unión Astronómica Internacional (IAU). Miriani Pastoriza, la primera mujer astrónoma de Argentina, descubridora de las galaxias "Sérsic-Pastoriza".
En Colombia, existen referentes como Paola Pinilla, quien recibió el Premio Ludwig Biermann 2020 por sus contribuciones al entendimiento de la evolución de los sistemas planetarios, además de ser la primera colombiana en ganar el Premio Sofja Kovalevskaja del Instituto Alexander von Humboldt de Alemania y la NASA Hubble Fellowship.
¿Pero a qué se debe que no conozcamos mucho de estos avances y que la participación femenina en áreas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM por su sigla en inglés) sea en general reducida?
Si partimos del hecho de que las mujeres representan el 50 % de la población mundial y de que la capacidad intelectual es independiente del género, entonces en varias áreas su baja participación se refleja en un desaprovechamiento de talento humano y en términos prácticos también en la pérdida de progreso económico de las sociedades. Esta problemática compleja se origina del bloqueo sistemático e histórico a la participación de la mujer en las más altas esferas intelectuales y a la negación de su acceso a la educación superior (hasta el inicio de la segunda mitad del siglo XX), debido a la mencionada discriminación social basada en prejuicios de género y la percepción errónea de que las mujeres son menos competentes. Todo lo anterior ha representado obstáculos a lo largo de la historia para que la mujer acceda a la formación científica y, así mismo, al merecido reconocimiento de sus aportes en las diversas áreas STEM, en especial en astronomía y física. Sin embargo, aunque la situación actual de las astrónomas dista del escenario anteriormente descrito, existe aún mucho por hacer en temas de equidad de género, inclusión y reconocimiento de sesgos implícitos.
Astrónomas colombianas en el Congreso Colombiano de Astronomía y Astrofísica - COCOA 2019
Algunos de los problemas que persisten y que dificultan el balance de género son: los sesgos inconscientes en múltiples procesos propios del quehacer científico, la deserción de una proporción importante de mujeres después de culminar el doctorado y el reconocimiento a investigadores de una jerarquía más alta a trabajos realizados mayoritariamente por investigadoras subordinadas. Los sesgos se presentan en procesos de evaluación científica por pares, procesos de selección en la academia y evaluación de propuestas de observación, que son altamente competitivos, pero en los que se tiende a dar mayor reconocimiento e importancia a las candidaturas o propuestas presentadas por hombres.
Las mujeres son más proclives a abandonar la academia debido a que los roles de género siguen muy presentes en cuanto a la formación de un hogar y la crianza de los hijos que tradicionalmente se delega a las mujeres, además las oportunidades de acceso a posiciones fijas de investigación es más difícil de lograr para las mujeres. Esta deserción de la academia, es más importante a medida que se avanza en la carrera científica, se conoce como la tubería con fugas. Otra problemática a tener en cuenta es la descrita por el efecto Matilda, el cual pone de manifiesto no sólo el olvido consciente y sistemático que han sufrido las aportaciones de las mujeres científicas e investigadoras, sino también refleja la negación de las aportaciones, descubrimientos y el trabajo de muchas mujeres científicas, dando la autoría de los mismos a compañeros de investigación.
Pero, ¿por qué hay una falta de referentes profesionales para las nuevas generaciones de jóvenes científicas?
La visibilización y la representación importan. Después de todo, no nos convertimos en lo que no vemos, por esto resulta importante presentar a las nuevas generaciones modelos a seguir que compartan antecedentes similares (en el caso de las mujeres colombianas, otras compatriotas). No hacerlo solo transmite el mensaje de que la ciencia es para unos pocos y que nuestra probabilidad de tener éxito en ella es baja. Iniciativas como CHIA (Colombianas Haciendo Investigación en Astrociencias), en el que propendemos por visibilizar el trabajo científico que nuestras compatriotas realizan en el país y alrededor del mundo, no solo propicia colaboraciones profesionales entre sus miembros sino que también cumple con la labor de brindar inspiración para que niñas y jóvenes decidan elegir el camino de la ciencia.Iniciativas como estas son de vital importancia en el desarrollo de una sociedad con cultura científica dentro del marco de la participación equitativa e inclusiva de todos sus actores.
La ciencia no tiene género, raza o estrato social, a pesar de los eventos históricos que nos llevaron a creer en ello. Por esto, debemos seguir inspirando a las niñas y jóvenes, no solo para que opten por un camino científico, sino para que sean motores de cambio y los líderes futuros de nuestra sociedad. Líderes con un pensamiento crítico, guiados por la evidencia y la motivación de conocer y aportar a su entorno. Las científicas del pasado nos dieron las herramientas para acceder y contribuir al conocimiento científico, las científicas del presente estamos trabajando para que aquellos factores que alguna vez fueron obstáculos incluso para acceder a la educación, sean reconocidos y se implementen soluciones que propicien ambientes más balanceados y diversos, que eventualmente resulten en el aumento del porcentaje de las mujeres en STEM .
Datos de la ubicación geográfica de las CHIAs en el mundo. Créditos: Sofía Rojas - Max Planck Institut für Astronomie, Heidelberg
A pesar de que el número de investigadoras de planta en el área de la astronomía en Colombia se reduce a tres, un censo interno en nuestra comunidad encontró que existen más de 70 investigadoras colombianas en distintas etapas de su carrera dedicadas al estudio en ciencias del espacio. Estas cifras son esperanzadoras pues representan una nueva generación de Astrocientíficas colombianas.
Imaginamos entonces un espacio académico donde las científicas se sientan seguras de compartir su conocimiento, donde su trabajo sea valorado y reconocido objetivamente. Visionamos un mundo donde temas como la equidad de género, discriminación y tubería con fugas se discutan abiertamente, porque negar las aportaciones de la mitad de la población mundial no puede ser nunca más una opción. Por esto, nuestro mensaje para las nuevas generaciones en las áreas STEM es la de honrar el legado de las científicas que nos antecedieron con perseverancia y trabajo arduo, pues necesitamos de la presencia de más mujeres y niñas en ciencias, para poder generar un cambio en la sociedad y dejar nuestra huella en la historia. Los tiempos están cambiando y es así como en esta década las agencias NASA y ESA planean enviar a la primera mujer y al siguiente hombre sobre la superficie de la luna como objetivo principal de la misión Artemisa, lo que marcará un hito en la historia de nuestra especie en la exploración del Universo con un enfoque equitativo e inclusivo, como siempre debió haber sido.
Este es un camino de lucha que debemos seguir recorriendo juntas, unidas, para trabajar por esa ruta que tal vez a nosotras nos hubiese gustado tener
Este artículo fue escrito por:
Valentina Abril Melgarejo es doctora en astrofísica y cosmología del Laboratorio de Astrofísica de Marsella y la Aix-Marseille Université en Francia. Su investigación se centra en el estudio de la evolución y dinámica de galaxias en distintas épocas del tiempo cósmico. Cofundadora de CHIA. Miembro de la Sociedad Astronómica Francesa (SF2A).
Lauren Flor Torres es doctora en ciencias (Astrofísica) de la Universidad de Guanajuato, México. Su investigación de doctorado se centró en el estudio de las estrellas huéspedes de exoplanetas observadas con el telescopio TIGRE. Cofundadora de CHIA. Líder del Grupo de Astronomía y Astrofísica Macondo (GAAM).
Andrea Guzmán Mesa es estudiante de doctorado en Astrofísica del Center for Space and Habitability de la Universidad de Berna, Suiza. Su investigación se centra en el estudio de las atmósferas y el interior de los planetas fuera de nuestro Sistema Solar. Cofundadora de CHIA.
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