Diego Léon y el don del agua
Diego León Alzate nació en la mitad del siglo XX en las laderas de un pueblo llamado La Merced, en Caldas. “Así fueran laderas y peñas y eso, fue el paraíso” dice Diego, mientras describe a su “tribu” de 40 primos y 11 hermanos, “ese era el promedio en esa época”:
Cuando vieron que el pelado era pilo para la escuela, pero que no había curso segundo, lo mandaron a estudiar a dos horas de La Merced, a pie. Allá llegó hasta quinto, y luego, más lejos, a Florida, Valle del Cauca, donde pudo acabar el bachillerato y, como no tenía fondos para sólo estudiar, entró como obrero a cartones de Colombia. Trabajaba 10 horas en la Universidad del Valle y otras 10 en la planta, de modo que “trasnoché, de marte al jueves, no podía físicamente acostarme en una cama, en el carro, por ratos, a veces.” Con tal dedicación, no fue extraño que la empresa, a la que había entregado tanto luego de años a ese ritmo, le pagara estudios en ingeniería química. “Me gusta aprender haciendo y ver la transformación de la materia, es impresionante” dice Diego.
Diego León se graduó de ingeniero civil experto en agua: saneamiento, tratamiento, suministro. Hoy dispone de un laboratorio móvil para reducir pérdidas de agua en empresas medianas y pequeñas, luego de que ya contribuyó incluso a construir el acueducto de su región natal.
Con este último proyecto de un laboratorio móvil, Diego León invita a los jóvenes a no pensar únicamente en un empleo remunerado, sino que aprovechen las posibilidades que ofrecen instituciones como el SENA y que piensen en formar empresas: “es a través de desarrollos tecnológicas y científicos donde realmente se logra esa superación. La ciencia es la base sostenedora e impulsadora del desarrollo de la humanidad, es la posibilidad de romper los paradigmas y la aparición de cosas novedosas a costos bajos.”