por Andrés Carvajal
*Nota: leer con la canción “I want to break free” de Queen
La otra noche, una besatón marica logró romper una de las cosas más persistentes que existen: el tedio infinito de un centro comercial. Frente al centro comercial Andino de Bogotá, una multitud se besuqueaba hombre-con-hombre-mujer-con-mujer-del-mismo-modo-y-en-sentido-contrario, ondeaba banderas multicolores, pronunciaba discursos de unidad y amor, hacía proclamas antidiscriminación, exhibía pancartas que decían “maricas, pero no cobardes”, “siempre humano, nunca inhumano”, “dígale sí a la empanada, no a la homofobia”. El temible rayo homosexualiador había emergido esa noche de las peores pesadillas de los discriminadores para materializarse con todos sus colores en la entrada principal del Andino y desde ahí iluminar a toda la ciudad.
La besatón fue la respuesta a otro fenómeno de ruptura del tedio que ocurrió unos días antes dentro del mismo centro comercial frente a un almacén de carteras, los juegos infantiles y la mirada embelesada de los que pasaban por ahí comiendo helado. Un video que se hizo tendencia registró el fenómeno: un tipo con peluqueado corto tipo Freddy Mercury braveaba y le gritaba a una pareja de muchachos cosas como: “...¡un animal como vos, viendo niños mientras te tocás con tu novia [sic]!”. Los gritos vinieron después de que, según la pareja de muchachos y otros testigos, el tipo con el corte de Freddy les pegara solo porque estaban cogidos de la mano. Después vino la policía nacional y en una de sus típicas genialidades de patrullero que aspira a chafarote, le puso multa ¡a las víctimas!... Pero eso es otra historia. En segundos, muchos en las redes sociales ya tenían resuelto el problema con un meme y le empezaron a dedicar al Freddy energúmeno la frase atribuida a Morgan Freeman: “Odio la palabra homofobia. No es una fobia. Tú no tienes miedo. Eres un estúpido”. Pero, como todo es ciencia, hay que ir más lento y preguntarse: ¿es cierto que la homofobia no es una fobia? ¿El Freddy antigay del centro comercial no tiene miedo y es solo un estúpido? ¿Qué se puede decir sobre este ataque en el Andino y el meme de Freeman a la luz de las ciencias cognitivas?
La hostilidad y violencia hacia los homosexuales es un problema que merece más que un meme. Es serio y trágico y produce heridos, asesinatos, suicidios, discriminación social. Es un tema complejo que ha sido abordado por las ciencias cognitivas y sociales desde hace un siglo para tratar de explicar por qué tanta gente tiene sentimientos de mierda hacia los homosexuales.
Varios estudios han identificado que suele haber más hostilidad hacia los gais en entornos donde hay más prejuicios, como: comunidades religiosas, ambientes familiares autoritarios, grupos que han tenido poco contacto personal con homosexuales, círculos menos educados, lugares donde por tradición se tolera menos a los gais, como el sur y el Medio Oeste de los Estados Unidos y, tal parece, alrededor de la zona de los juegos infantiles del Andino.
Una vez se tiene un prejuicio antigay, es difícil cambiarlo, aun cuando la realidad lo contradiga, según un artículo de Daniel Goleman publicado en el New York Times en 1990. En ese artículo, el sicólogo de moda de la inteligencia emocional –antes de que se pusiera de moda– hizo un recuento de las investigaciones científicas hasta la fecha. Gregory Herek, sicólogo de la Universidad de California citado ahí por Goleman, dice que a pesar de la evidencia de varios estudios de que los abusadores de niños son en una abrumadora mayoría heterosexuales o simplemente individuos que solo se sienten atraídos por menores –y no homosexuales–, la gente sigue creyendo que los hombres gais son potenciales abusadores de niños.
Un pensamiento que se basa en prejuicios e ignora los hechos es producto de sesgos cognitivos, mejor dicho, es un pensamiento estúpido, como el que pudo haber llevado al tipo del Andino a atacar a la pareja de muchachos. Hasta aquí, el meme de Freeman tiene razón. Las hostilidad hacia los homosexuales puede basarse en la mera estupidez y no en una fobia.
Pero en el recuento de Goleman, no solo los prejuicios dan pistas. Cuando la aversión hacia los gais y lesbianas es muy visceral, suele haber una causa distinta, una más íntima y desconocida para quienes la padecen, pero que puede ser muy evidente para los demás: deseos homosexuales reprimidos. No es un insulto contra los odiadores de gais, los deseos homosexuales reprimidos son tan puros y bellos como los deseos heterosexuales. Además, existen explicaciones científicas desde lo teórico y lo empírico alrededor de esta idea. De hecho, es la explicación más antigua. Ya en 1914, Sandor Ferenczi sugería desde el psicoanálisis que la hostilidad hacia la homosexualidad masculina tenía que ver con una formación reactiva, es decir, una actitud contraria al deseo homosexual reprimido. Hereck dice “si te sientes inseguro sobre tu propia sexualidad, [...] atacar gais te puede hacer sentir más seguro”.
En 1996 le pusieron aparatos de medición al pene a unos hombres que manifestaron ser heterosexuales y se les dividió en dos grupos: homofóbicos y no homofóbicos, según el (IHP) Índice de Homofobia, una escala usada para medir niveles de homofobia. Se les monitoreó la circunferencia del pene a medida que eran expuestos a imágenes pornográficas heterosexuales, homosexuales femeninas y homosexuales masculinas... Y pues, nunca, nunca, jamás de los jamases se imaginarán el resultado tan sorprendente: el grupo de homofóbicos fue el único que se excitó significativamente con el porno gay masculino... Como era de esperarse.
En otro estudio de 2012, se diseñaron unos cuestionarios para descubrir la homosexualidad escondida midiendo variables inadvertidas para los participantes, como el tiempo de respuesta. Por ejemplo, se les pedía que clasificaran en un computador como “heterosexual” o “gay”, imágenes de parejas gay y hetero y ciertas palabras. El truco era que se les proyectaba muy brevemente, de manera casi imperceptible, palabras como “yo” y “otros”. Según los investigadores, una respuesta más rápida para las palabras “yo” y “gay” y una más lenta para “yo” y “heterosexual”, por ejemplo, significa que hay una orientación gay implícita. ¿El resultado? Tan asombroso como el del experimento de 1996, una cosa que nadie, absolutamente nadie se hubiera imaginado: quienes tenían las posturas más radicales en contra de los gais eran para quienes el oscuro objeto del deseo son personas del mismo sexo.
A pesar de que estos estudios tienen varias limitaciones, son consistentes con la vieja teoría de la homofobia como expresión de la maricada reprimida. Pero entonces, ¿la homofobia es una fobia en realidad? Es decir, ¿se trata de un miedo a los homosexuales?
En una cultura que de manera abierta o subrepticia considera la heterosexualidad como normal y socialmente aceptable en contraste con la homosexualidad masculina o femenina, tenida por inmoral, baja, excremental y, en épocas no muy lejanas, como una enfermedad, los deseos homosexuales pueden resultar tan miedosos para quien los tiene que quedan enterrados. La presencia de homosexuales podría poner a estas personas en contacto con sus propios y aterradores deseos y desencadenar una de las reacciones típicas ante el miedo: el ataque. Puede que la homofobia no sea una fobia en el sentido clásico de la palabra, como el miedo de un individuo a las alturas, los lugares abiertos o los payasos, pero me parece que aquí el meme de Morgan Freeman se equivoca y, aunque le esté llevando la contraria a la mismísima voz de Dios, pienso que “homofobia” sí es un término apropiado para describir una situación que es en esencia de angustia y terror. La agresión de nuestro retorcido Freddy Mercury del Andino podría explicarse por la estupidez de los sesgos antigay, pero, viéndolo tan proactivo y enérgico en el video, es muy probable que sea un homofóbico de racamandaca, de esos que se hacen llamar señores y en el fondo tienen miedo porque están confundidos con su orientación sexual.
La homofobia no es una expresión aislada de ciertos individuos sino el producto de una cultura. Es una fobia que afecta a toda una sociedad. Está probado, tanto por el psicoanálisis como por la psicología conductual, que la terapia de exposición, ponerse en contacto con lo que produce temor, desagrado o rechazo, funciona para superar las fobias individuales. Las besatones maricas podrían ser la terapia de exposición de una sociedad que intenta superar la homofobia. Son un acto de rebeldía y también un acto de compasión hacia el homofóbico que requiere tratamiento. Al contrario de lo que algunos dijeron, la besatón del Andino no fue un irrespeto hacia la Semana Santa sino una expresión de la misericordia y reflexión, que, según dicen los católicos, son pertinentes para esta época. Soy pesimista sobre su resultado en un mundo en el que cada día aparece un pastor o un político que incrementa su número de seguidores gracias a posturas antigay mientras se acuesta con personas de su mismo sexo, pero si las besatones son capaces de romper el tedio de los centros comerciales, pueden ser capaces de todo.
Andrés Carvajal ha escrito sátiras para diversos medios y formatos, como la ponencia White Elephants Come First (en la conferencia sobre derechos humanos y educación de Colombian Academics en City University of New York - 2016). Ganador de la convocatoria New Media 2017 (Proimágenes, MinTic y Canada Media Fund) con Aprende con Muchotrópico, formato audiovisual de sátira. Cocreador y editor de la serie documental infantil Emoticones, finalista en los festivales Prix Jeunesse International 2018 y FAN Chile 2018.
Ilustraciones de X-Tian
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