Por Andrés Carvajal
Si viajan al futuro, no olviden llevar esta lista de refranes actualizada para tener algo que decir en un mundo sin agua
Vengo del futuro. Los últimos negacionistas del cambio climático se extinguieron hace rato. Ya nadie es capaz de negar lo evidente. Donde se necesita agua, no hay, y donde no conviene su exceso, hay inundaciones. Las tierras cálidas cultivables se destruyen de sequía en sequía mientras las ciudades costeras están bajo el agua. Aún están de pie algunos puentes y edificios que se elevan sobre el agua como toboganes apocalípticos. Son el Piscilago al que iría Mad Max si tuviera familia.
El refranero del español tuvo que evolucionar. Les traigo cinco nuevos viejos dichos del futuro:
1- Agua que no has de beber... ¡corre detrás de ella!
En el futuro no se dice “déjala correr”. El viejo refrán aconsejaba que cuando las cosas no tenían que ver con uno, más valía dejarlas seguir su curso natural. Pero en el futuro se sufren las consecuencias de haber dejado correr el cambio climático como si no fuera uno de nuestros problemas más urgentes. Además, en el sentido literal, la sed no permite el lujo de dejar correr una sola gota de agua, incluso si no es potable.
Es más, millones de personas en todo el mundo corren detrás del agua. Se desplazan hacia el norte desde Centroamérica, el Sudeste Asiático y el África. Al tiempo huyen de la pobreza y la violencia. Esta es “la gran migración del cambio climático”, que ya había empezado antes de 2020 cuando fue llamada así en un artículo del New York Times Magazine. Las predicciones publicadas en ese artículo se basaron en un modelo de migración climática aplicado a migraciones desde México y Centroamérica hacia los Estados Unidos. Compilaron el trabajo de científicos en áreas como el clima, demografía, agronomía, geografía, economía y tuvieron en cuenta variables como estabilidad política, productividad agrícola, conexiones sociales, acceso al agua, entre otras. A través de los resultados pudieron ver el futuro. Los autores cuentan que los más de 10 billones de datos del modelo tuvieron que ser procesados por una supercomputadora “alojada en un edificio del tamaño de una pequeña universidad”. Así es que lucen las máquinas del tiempo.
2- Nunca digas “de esta agua no beberé”.
Este refrán, en su versión original, se hizo aún más agudo y significativo en el futuro porque se volvió válido también en un sentido literal. Millones de migrantes de las zonas tropicales del planeta se ven obligados a beber lo que se encuentran en su camino: muchas veces agua estancada o de ríos contaminados, no apta para consumo humano. De ida se encuentran con muros y ejércitos que impiden su paso hacia el norte. De vuelta, campos ardientes y enfermedades. En las zonas más cálidas del planeta, el problema de la calidad del agua es crítico, pero no es un problema nuevo. En 2017, por ejemplo, el 22 % de los municipios de Colombia no contaban con agua recomendable para consumo humano.
Muchos se habían creído libres de tener que encontrarse en una situación así alguna vez en su vida. Pero el 2019 nos había dado pistas sobre lo que sucedería. Ese año, factores relacionados con el clima junto con terremotos y erupciones volcánicas habían producido el desplazamiento interno de 25 millones de personas en 140 países (cifras del Observatorio de Desplazamiento Interno).
3- Cuando el río suena, plásticos lleva.
Hacia 2017, la humanidad había producido 8 300 millones de toneladas de plástico, según cálculos de un equipo de científicos de la Universidad de California en Santa Bárbara. El equivalente a 25 000 edificios Empire State de Nueva York, 1 000 millones de elefantes, o el peso bruto de la ignorancia de Donald Trump.
Por esas fechas, Greenpeace advertía que el río Magdalena estaba entre los 20 ríos más contaminados del mundo por plásticos. Cada aguacero arrastra plásticos abandonados en calles y zonas naturales hacia los ríos, que los terminan conduciendo a los océanos. En 2017, un estudio estimó que entre 0.41 y 4 millones de toneladas de la basura plástica en los océanos venía de los ríos. En el futuro perdimos la cuenta, allá decimos que hay más plástico que piedras. Y hasta la infinidad de la arena está siendo desafiada por la invasión del microplástico, partículas de menos de 5 milímetros que se liberan en los procesos de degradación del plástico y se esparcen por el planeta, viajando por los ríos, los mares, los acantilados y los sistemas digestivos de animales y humanos. La invasión ya empezó, en el presente el microplástico se ha encontrado en el agua embotellada y ya juega con los pececillos, calamares, medusas y las merluzas que tú te comes.
4- De abril a abril, lluvias mil, o quizás lluvias cero.
En las primeras dos décadas del siglo XXI se empezaron a romper en simultánea los récords mundiales tanto de lluvias como de sequías. Y con ellos también se empezaron a romper la seguridad alimentaria, las economías y el destino de naciones enteras. El hambre ha aumentado en el mundo debido a fenómenos meteorológicos extremos y la variabilidad del clima. Una de cada nueve personas en el planeta padecieron hambre en 2018 según la FAO. Varios estudios e informes como el que publicó el Instituto Potsdam para la Investigación de los Impactos Climáticos en 2015 o el de la Sociedad Estadounidense de Meteorología de 2018 relacionan el aumento de episodios de climas extremos al cambio climático producido por la humanidad, un deporte extremo que empezamos a practicar poco a poco desde la Revolución Industrial. En el futuro somos los campeones indiscutibles de esa liga. Las clásicas temporadas de lluvia y sequía dejaron de ser predecibles hace rato. De abril a abril puede ocurrir una temporada de huracanes sorpresa, inviernos o veranos fríos o extremadamente calientes… La gente ya no tiene que decirle a los meses “sorpréndeme” en las redes sociales.
5- Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente o una ola de calor.
En el futuro hay que estar tan pendiente de la súbita corriente de una inundación como del calor extremo. Hay días en que una persona incluso joven y saludable que viva en las regiones más cálidas del Sudeste Asiático podría morir si se queda dormido sin aire acondicionado o si se atreve a permanecer en exteriores fuera de la sombra.
Lo que les pasa a los peces en el presente ya presagia lo que les pasará a los humanos. Varias especies marinas como el atún y el pez espada están desplazándose y sucumbiendo ante el calentamiento de las aguas, que produce un fenómeno poco reportado para su gravedad: la desoxigenación de los océanos.
Bonus track- Cagados y con el agua lejos.
En este dicho colombiano se podría sintetizar la vida del futuro para billones de personas. Nuestros ancestros que lo formularon son unos visionarios. El agua ocupa un papel central en el problema del cambio climático que marca nuestro destino. Amigos del presente, el cambio climático es irreversible, pero sus efectos en el agua, en las personas y ecosistemas aún pueden ser mitigados. El Acuerdo de París, el European Green Deal y el activismo mundial ecologista son apenas ejemplos de unos primeros pasos. Si el mundo no se pone a trabajar de una manera drástica y urgente, si los países ricos siguen empeñados en sus políticas de levantar muros y derribar la colaboración con los más pobres, si las políticas públicas no se enfocan en parar (que ya no es suficiente con reducir) las emisiones de gases de efecto invernadero, terminaremos como en el dicho.
Andrés Carvajal. Escritor. Creador de contenidos audiovisuales. Ha escrito sátiras para diversos medios y formatos. Columnista y líder editorial en Todo es Ciencia. Hace parte de Guoqui Toqui, un laboratorio de contenidos audiovisuales. Gurú que enseña a hacer casi tan feliz como los políticos en el canal de YouTube Aprende con Muchotropico.
Ilustra Raeioul
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