Adaptación hidráulica Zenú: Innovación de la cultura de las aguas
Restaurante típico
Desde hace más de una década el turismo es la principal fuente de trabajo en San Cipriano. No obstante, la comunidad está convencida de su capacidad para potenciar el uso y aprovechar este excepcional territorio. Por ahora el turismo se da en temporadas de mucha ocupación -las tradicionales épocas de vacaciones-, y otras en las que el sitio queda prácticamente vacío por períodos muy largos. La gente se queda con las manos cruzadas. En esos tiempos muertos se reavivan los ánimos de cazar, talar bosque, ir a buscar en la peña algún granito de oro para suplir la falta de turistas. En las temporadas altas hay buen trabajo, pero también llega el ruido, las aglomeraciones que causan estrés en el delicado equilibrio de la fauna y la flora. También se produce mucha basura, algunos turistas solicitan en los restaurantes carne de animales silvestres, mientras haya oferta de estas cosas. Este tipo de desventajas son en parte la razón por la cual el Consejo comunitario ha pensado en desarrollar el turismo de ciencia a San Cipriano. Sin embargo, las razones últimas son más profundas. Por ahora la comunidad ofrece al turista servicios de transporte, hospedaje, comida, pero los jóvenes no se conforman con estos oficios. Tienen sueños más grandes y quieren realizarlos. Se sienten capaces de prepararse para poder ofrecer los servicios y la estructura necesaria para que se pueda ir a San Cipriano a hacer ciencia, a producir nuevo conocimiento. Quieren convertirse en un centro de investigaciones, la clase de servicios logísticos que ellos tendrían que ofrecer para ese turismo científico los pondría de cara a una vida muy diferente. Serían empleos más cualificados, mejorarían sus ingresos. Y, sobre todo, les brindaría la oportunidad de prepararse, aprovechar sus capacidades y realizar sus sueños trabajando junto a investigadores en la producción o divulgación de conocimiento científico de alto nivel. Esa es la razón de fondo por la cual ellos quieren crear las condiciones para atraer un turismo diferente.
Guardabosques
John Daivid Sinisterra trabaja como guardabosques en la reserva. Un contrato que no es fijo porque se lo deben rotar entre los diferentes miembros de un grupo de trabajo ambiental. Cuando no es guardabosques todo el tiempo, también se rebusca en diversos servicios relacionados con el turismo, especialmente como guía en recorridos en los que lleva a los visitantes a conocer cascadas o charcos. De consolidarse el proyecto de turismo científico, los guardabosques tendrían inmensas posibilidades de aprendizaje. Ese conocimiento podrían transferirlo a los visitantes a los cuales John en ocasiones les presta sus servicios de guianza.
El futuro
Filadephia Mosquera Alomia estudió un técnico en turismo en el SENA: Turismo normal. Con ayuda de la OIM y la Corporación Mano Cambiada ahora se está capacitando en turismo de naturaleza y en metodologías de investigación e identificación de especies. Como ella hay muchos otros más jóvenes en San Cipriano que se están capacitando para hacer ese tránsito desde un turismo corriente hacia un turismo científico.
Taller coronado
Después de muchos años de trabajo y gestiones, el Consejo Comunitario cuenta hoy con un Centro de Educación ambiental que está listo para recibir al turismo científico en San Cipriano. El lugar cuenta con cabañas ecosostenibles para alojamiento de investigadores, baterías sanitarias, un auditorio/salón bien equipado, un mariposario y un epifitario. Ahora han decidido que los recursos del premio a Ciencia Cierta, de Minciencias, los destinarán a dar los primeros pasos para abrir una línea de turismo científico en investigación de plantas aromáticas, medicinales y condimentarias, que son un fuerte de la cultura. Harán una capacitación básica para 40 miembros de la comunidad en botánica, identificación y clasificación de especies. De forma paralela buscarán, recopilarán y buscarán la apropiación del saber tradicional y ancestral que tiene la comunidad en el uso de este tipo de plantas. La idea es poderle ofrecer a los investigadores este conocimiento ancestral y fomentar el diálogo de saberes. Finalmente construirán un sendero ecológico para los turistas que quieran conocer acerca de las plantas aromáticas, medicinales y condimentarias que tiene la región, sus propiedades y usos tradicionales.
Fotos y textos de Delio Aparicio, Delio es periodista y fotógrafo documental. La pregunta que guía su actividad es cómo lograr mensajes actuales y atractivos orientados a la educación, el cambio cultural o social.
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La contra en las manos del médico
La Asociación Jardín Botánico Las Delicias ganó en 2020 (junto a otras 29 comunidades) el programa A Ciencia Cierta, que incentiva la transformación de realidades desde la apropiación social del conocimiento. Hicimos esta fotogalería y este video de la visita a Silvia, Cauca; nuestros objetivos han sido acompañar y hacer divulgación científica desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias) de la experiencia de "Senderos ancestrales Misak, una experiencia innovadora de turismo comunitario que contribuye al desarrollo local". El primero en llegar a recibirnos fue el murbik, el curandero guambiano. Su función es ser un intermediario entre el mundo de los vivos y el de los espíritus.
Si vas a ingresar al territorio Misak debes ponerte la pócima de hierbas que trae preparada en una botella siguiendo un conjunto exacto de reglas. Esta medicina, nos explica el curandero, no tiene como fin ahuyentar o alejar las enfermedades y los malos espíritus. Su función es, en cambio, atraer la alegría, el buen ánimo, la generosidad y la buena energía. Así es como buscan protegerse de enfermedades y, sobre todo, acopiar la fuerza necesaria para los siguientes dos días de trabajo con Minciencias.
Si quieres conocer en video esta propuesta innovadora de turismo científico puedes verla aquí
Un rostro Misak
El Cañaduzal
Estuvimos todo el día moviéndonos de arriba para abajo por caminos polvorientos de veredas y corregimientos del municipio de Miranda, al norte del Cauca. Nuestra intención era poder conocer de primera mano pequeñas explotaciones agrícolas de producción diversificada, pero en esta zona es como buscar agujas dentro de un pajar. Lo que vemos son kilómetros y kilómetros de cañaduzales sin interrupción con anuncios de "prohibido pasar, propiedad privada". En el recorrido se ven todo el tiempo tractomulas que tiran de hileras de vagones repletos de caña de azúcar proveniente de los ingenios. Ni un solo camión cargando mangos o una cosecha de cacao.
Fuimos para conocer cómo allí en Miranda, Cauca se busca rescatar las pequeñas fincas tradicionales productoras de alimentos distintos al azúcar, pero no es nada fácil dar con ellas. Hay que espulgar mucho el territorio. Se dice que el área cultivada en caña para ser empleada en la producción de azúcar y etanol en esta zona alcanza las 260 mil hectáreas.
Triturador de caña
Los ingenios azucareros en Miranda y en toda la zona norte del Cauca vienen creciendo año tras año. Ante esta demanda permanente por más tierra se escuchan voces de las comunidades y de algunos estudios que advierten sobre procesos de degradación ambiental derivados de esta expansión. Se habla de impactos perjudiciales en el suelo por el uso masivo de plaguicidas y por la compactación derivada del empleo de maquinaria agrícola pesada. También señalan la desecación del territorio (a causa de obras de drenaje destinadas a acaparar el agua para emplearla en los cultivos de caña), el empobrecimiento de la diversidad vegetal y el aumento de emisiones contaminantes por las quemas antes de la cosecha. Junto a estos efectos ambientales, la comunidad también advierte sobre problemáticas sociales y culturales. Especialmente la desaparición de los sistemas productivos alternativos tradicionales que acarrean la pérdida de la seguridad alimentaria en la región. la mayor parte de las personas sólo ansía conseguir un trabajo en los grandes ingenios, y si no lo logra, se dedica a la producción de panela como única alternativa productiva.
Recogiendo la cosecha de pimienta
Cocodrilo bebé
Popularmente se le conoce como caimán aguja, pero en sentido estricto es un cocodrilo. La mano que lo sostiene es la misma que construyó un nido artificial en la bahía, recogió y transportó el huevo siguiendo un complejo protocolo de traslado, lo puso en una incubadora a la temperatura óptima, estuvo pendiente de él por semanas hasta que eclosionó, y ahora se encargará de liberarlo y monitorear su desarrollo por los próximos años.
Lo más admirable de esta historia es que esa mano no pertenece a un biólogo experto en conservación de cocodrilos venido de afuera o algo por el estilo. Es la mano de Eder Díaz, un pescador, antiguo cazador y traficante ilegal de cocodrilos que ahora es un experto conservacionista de la especie.
Junto a otros 20 excazadores conforman Asocaimán, una asociación que lleva 20 años recuperando el caimán aguja y su habitad natural en la bahía de Cispatá. Ellos, que otrora tuvieron a esta especie al borde de la extinción, ahora son sus protectores.