Adaptación hidráulica Zenú: Innovación de la cultura de las aguas | Page 5 | Divulgación Minciencias

Adaptación hidráulica Zenú: Innovación de la cultura de las aguas

La comunidad Georgina Ortíz





Murales



La comunidad en el centro poblado Georgina Ortíz (se llama así en memoria de la primera mujer guerrillera muerta en combate) está organizada formalmente en una cooperativa multiactiva. Trabajan en emprendimientos de cacao, caña, de confecciones, turismo y otros. Tienen una estructura con asamblea, consejo, etc. La cooperativa coordina sus actividades y proyectos a través de comités. Está el comité de educación, el de salud, el de trabajo, el de agroecología, el de seguridad, cultura y otros.

 

El proyecto que ganó el concurso "A Ciencia Cierta" pertenece al comité de comunicaciones, un grupo solicitado por servir de soporte a los demás. La gente está produciendo aceite vegetal de sacha inchi necesita desarrollar una marca para sus envases, busca al comité de comunicaciones. El comité de cultura tiene abierta una convocatoria de clases de danzas para niños, la campaña de promoción se la piden a comunicaciones. Se va a ejecutar una jornada de vacunación, "llamemos a comunicaciones" y así es todo  el tiempo.

 

Aparte de todas estos encargos que les llueven día a día tienen un estudio de radio, un canal de podcast, otro de video online, producen contenidos para distintas redes sociales y tienen una escuela de comunicación abierta para todo aquel que quiera aprender a usar los medios. Ondas del Común , se llama (puedes escucharlos aquí).

 

Escriben, hacen fotografía, video, audio, grafican, ilustran. La mayoría de sus producciones cuentan historias de vida, hablan de las luchas actuales, los sueños y los proyectos que están desarrollando los excombatientes ya que los medios de comunicación comerciales no se ocupan de ellos. Así buscan luchar contra la estigmatización, fomentar la paz, la reconciliación y promover lazos de solidaridad, especialmente con las comunidades que están alrededor. La iniciativa con la cual ganaron a "A Ciencia Cierta" quiere dar un paso más allá. Ahora buscan usar los medios y las nuevas tecnologías de comunicación para brindarle a su gente los conocimientos y las habilidades que están necesitando para darle estabilidad y prosperidad a los proyectos de vida que están construyendo

 

Ellos y ellas lo formulan así: "vamos a implementar una estrategia de educación a través de los medios para fortalecer la sostenibilidad de los procesos sociales, culturales, ambientales y, especialmente, económicos presentes en nuestro territorio".

 

 



Mujer Misak con zanahoria



 

Los Misak tienen en su lengua una palabra para decir “buenos días”, según el estado del clima. Si la mañana amaneció lluviosa se dice buenos días de una forma, pero si la mañana está soleada se dice de otra. Esto muestra lo profundo que es el vínculo que esta cultura guarda con la naturaleza y el entorno. Sin embargo, a pesar de esa conexión con el hábitat, desde hace algunos años dos malestares vienen ganando terreno y poniendo en peligro la supervivencia de la comunidad Misak en Silvia-Cauca. Ellos son el deterioro ambiental de sus territorios y el desarraigo cultural en los jóvenes.

 

En cuanto a las causas de la degradación del ecosistema altoandino en el que habitan, se habla del uso indiscriminado de químicos en la agricultura y el crecimiento de los monocultivos que atentan contra la diversidad biológica y la seguridad alimentaria.

 

El desarraigo cultural, por otra parte, se atribuye a la falta de oportunidades que hace que muchos jóvenes prefieran marcharse a las ciudades para emplearse, en muchos casos, como obreros en fábricas o empleadas del servicio doméstico. La comunidad Misak considera que, en el fondo, estos dos malestares son síntomas de la misma enfermedad: la precariedad económica y la falta de fuentes de ingresos. Este es el desafío al que la Asociación Jardín Botánico Las Delicias ha decidido hacer frente mediante apropiación de ciencia y tecnología. 

 

También puedes conocer más sobre la comunidad en nuestro artículo escrito por la propia comunidad Pishintø waramik: sueños y recorridos compartidos de una comunidad Misak

 



La casa de la palabra, el fuego encendido



Todo empezó, según palabras de representantes de la comunidad "como un sueño sublime". En ese sueño se veía un jardín botánico en el centro y, alrededor él y gracias a él, la comunidad consciente de su riqueza natural y cultural, cuidándola, cuidándose. A partir de entonces los Misak del resguardo de Guambia, en Silvia, se pusieron a la tarea de consolidar un jardín botánico que sería el eje protector de su cultura y su hábitat. 

La materialización de esa visión ya acumula dos décadas de trabajo, con algunas interrupciones a causa de los rigores del conflicto armado en años pasados. A lo largo de todo este tiempo han trabajado en el levantamiento de colecciones de plantas vivas (In situ y Ex situ), en gestión ambiental, en procesos de reconocimiento y valoración de los saberes locales, en identificación de especies de alta montaña, en botánica básica, etnobotánica, taxonomía y ecología. Han hecho inventarios de fauna y flora, invernaderos para conservación de especies en riesgo, bibliotecas de semillas ancestrales, capacitaciones en el manejo de fuentes hídricas,  y ahí van con el jardín botánico cumpliendo la misión que habían señalado los sueños. No obstante, en tiempos recientes la precariedad económica de la comunidad ha ido imponiendo dinámicas que echan al traste estas aspiraciones con las que nació el jardín. Ante esta realidad decidieron que era el momento de buscar alternativas y de plantear una respuesta. 

En el puro corazón del jardín botánico está la Casa del Pensamiento. Una construcción circular que funciona como lugar ceremonial y también como ágora donde se reflexiona y se toman las decisiones vitales para la pervivencia de la comunidad. A un costado está el fuego, que nunca se deja apagar. Alrededor de la lumbre, la gente se acomoda en pequeños bancos a escuchar y a exponer sus argumentos. En el centro toman asiento los mayores, llamados taitasmamas. Las mujeres tejen; también asisten los niños. Cualquiera tiene derecho a usar la palabra. En un ambiente así fue donde brotó la iniciativa con la cual La Asociación Jardín Botánico Las Delicias busca hacer frente a la precariedad económica y abrieron el resguardo al turismo. Pero no se trata de cualquier clase de turismo. No se trata de ese turismo en el que las comunidades indígenas hacen una pantomima de su cultura mientras van perdiendo su identidad seducidos por la cultura del consumo que les llega a través de sus visitantes. Se trata de turismo ancestral con las siguientes normas:

 

i. Turismo comunitario para el fortalecimiento cultural. Es decir, el visitante se hospeda en las casas de la comunidad, come como ellos, vive como ellos y, además de explorar el territorio, participa en las actividades cotidianas de siembra, pastoreo, etc. Estas experiencias deberán canalizarse de manera tal que tanto los huéspedes como los anfitriones reflexionen sobre el cuidado de la vida, del agua, de la tierra, de las semillas, y sobre el rol de los pueblos indígenas para el futuro de la madre tierra.

 

ii. Este turismo debe gravitar alrededor del Jardín Botánico y de sus objetivos. Esto es: la conservación, investigación, educación alrededor del ecosistema y la naturaleza. Y eso debe hacerse basado en una concepción amplia del conocimiento que sea capaz de validar y poner en diálogo los saberes ancestrales junto a los conocimientos técnicos y científicos.

 También puedes conocer la experiencia de Turismo científico en San Cirpiano, Buenaventura aquí



Joven Misak en cultivo de quinua



La principal fuente de ingreso de los indígenas Misak del Resguardo de Guambia, en Silvia Cauca, es el trabajo agrícola. Llevan pequeñas huertas familiares llamadas yatul. En esencia son huertas de subsistencia que funcionan como despensas para las familias. Allí producen papa, maíz, col, acelgas, cebolla, ajo, fríjol, habas y arracacha. También llevan frutales y plantas medicinales. Algunos pocos excedentes se comercializan. De un tiempo para acá la comunidad en Silvia fue dejando de cultivar quinua, básica en su dieta. La razón: el bajo precio de la quinua peruana. Preferían comprarla que producirla. Igual pasaba con el trigo, que llega muy barato proveniente de Canadá. Sin embargo, el acercamiento al jardín botánico y las reflexiones que allí se suscitan les sirvió para reconocer que perder sus cultivos implicaba el empobrecimiento de sus suelos, la pérdida de la soberanía alimentaria y del patrimonio ancestral. Así que de un tiempo para acá han retornado a la quinua y el trigo. En la imagen un joven Misak miembro del Jardín Botánico Las delicias visita un cultivo de quinua comunitario en el que participan varias familias.

 



Jóvenes Misak



Uno de los mayores éxitos que ha logrado cosechar la Asociación Jardín Botánico Las Delicias luego de 20 años de trabajo, según palabras de los mayores, es haber captado el compromiso de los jóvenes de la comunidad. El sueño nació en las mentes de los que hoy son los mayores –los taitas y las mamas que ocupan los puestos centrales en las discusiones que se dan en la casa ceremonial– , pero el timón del Jardín Botánico hoy está en manos de los jóvenes. Los mayores son ahora sólo los faros, los centinelas.  



Taller en la casa del pensamiento: diálogo de saberes



 

En la actualidad el  Jardín Botánico Las Delicias  del resguardo Guambía, en Silvia-Cauca, cuenta con una infraestructura básica que le permite abrir sus puertas al turismo comunitario y de naturaleza. Tiene senderos con colecciones de investigaciones de plantas, una casa ceremonial abierta al público, caminatas ecológicas a sitios sagrados, recorridos pedagógicos a los yatules (huertos familiares tradicionales) y viveros. Pero la intención de la comunidad es fortalecer este proyecto inyectándole más conocimiento, más ciencia y más tecnología.

 

Con el premio obtenido del programa de Minciencias, los trabajos de fortalecimiento del proyecto de turismo se llevarán a cabo en varias líneas. La primera será mejorar la investigación, la apropiación y el cuidado del patrimonio biocultural que poseen. Para ello buscarán llevar más lejos sus catálogos de especies, desarrollar nuevas investigaciones etnobotánicas, capacitarse para ofrecer avistamiento de aves. Tratarán de fortalecer la agricultura orgánica y el cuidado de los yatules. Por otra parte, se han propuesto mejorar el acceso, uso y la apropiación de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Esto con el fin de tener mejor acceso a conocimiento científico, atraer el interés de investigadores hacia el jardín y, por último, promover el jardín como un destino de turismo comunitario (por ahora sólo se usa el voz a voz). Otra porción de los recursos del premio se usarán para el mejoramiento de la infraestructura arquitectónica del jardín botánico. La idea es tener la infraestructura para poder acoger actividades científicas e investigativas y mejorar la experiencia de los visitantes. Estas mejoras en  infraestructura se harán bajo los principios de bioconstrucción y construcción tradicional. Por último trabajarán en capacitaciones que les permitan  fortalecer sus herramientas comunitarias para atender turismo cultural y de naturaleza (formación como guías, servicio al cliente, y otras). La comunidad Misak está dispuesta a aprender con la ciencia e innovación y por eso abre sus senderos ancestrales, para enseñar que hay otras posibilidades para el conocimiento y el desarrollo. 



Maíz milenario



Alrededor del Jardín botánico Las Delicias se han generado muchas otras iniciativas complementarias. Una de ellas es la implementación de un plan de producción con semillas nativas. Buscan producir alimentos más limpios y romper la dependencia que acarrea el uso de semillas mejoradas.



Alcaldesa de Silvia



El proyecto de turismo comunitario en el que se ha embarcado la Asociación Jardín Botánico Las Delicias cuenta con el apoyo de la alcaldesa Mercedes Tunubalá, la primera mujer en 200 años en llegar a la alcaldía de Silvia, Cauca.

Fotos y textos de Delio Aparicio, Delio es periodista y fotógrafo documental. La pregunta que guía su actividad es cómo lograr mensajes actuales y atractivos orientados a la educación, el cambio cultural o social.

 

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Origen y fin del proyecto Waterlight



     Con este dispositivo medio litro de agua salada genera hasta 45 días de luz y electricidad

 

En marzo de 2021, Felipe y Daniel llegaron a las rancherías en el Cabo de la Vela en La Guajira Colombia con una lámpara inusual. Un dispositivo de madera inspirado en la estética Wayúu (aquella cargada de expresiones simbólicas, representaciones, valores y creencias, principalmente, en torno a la vida en el desierto). La lámpara fue presentada a tres familias residentes en el sector cercano al cerro Pilón de azúcar. Pescadores, artesanas, niños y niñas recibieron este prototipo y durante una semana las noches cambiaron radicalmente la vida en la comunidad. Los peces llenaron las redes atraídos por la luz, los pedidos de tejidos se multiplicaron y los niños estudiaron bajo la luz de una lámpara que convierte el agua del mar en 5.000 horas de energía limpia.

 

Puedes ver en video algo de lo que sucedió con la llegada de esta lámpara aquí



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