Por Andrés Carvajal
Todo se soluciona con actitud, según dicen. Que si te caes, lo importante es levantarse con actitud. Que si te deprimes, ponle actitud y serás feliz. Que si te acosan las deudas, la actitud hará que el banco te las perdone. Que si eres feo y bruto: ponle actitud y serás una mezcla de Fassbender y Einstein. Que si tienes cáncer: frescura que la actitud te cura. Hay que tener fe.
Los colombianos tendremos muchos defectos, pero la falta de actitud no es uno de ellos. Hombre, es que para ser colombiano y no desmoronarse todos los días se necesita mucha, pero mucha actitud. ¿Y cómo debe ser la tal actitud para superar desgracias así? Duque Linares, “escritor y motivador católico”, nos guía y nos da la explicación irrefutable: que para ser feliz, pues hay que ser feliz. Hay que tener una actitud positiva y eso es todo lo que se necesita, sin importar nada más. Todo es posible, el mundo está en tus manos y si no te has ganado la lotería no es porque la probabilidad sea de 1 en 15.401.568 sino porque te falta actitud positiva.
Es decir, la actitud positiva es lo mismo que la fe y la devoción porque atribuye efectos a causas sin fundamentación objetiva. Así, la fe y la devoción se oponen al pensamiento racional-científico y se sustentan en lo que la psicología y la ciencia cognitiva han definido como pensamiento mágico-religioso.
Los colombianos nos enfrentamos al mundo con mucha fe y devoción. Yo, por ejemplo, cada vez que el Deportivo Cali juega un partido decisivo, me pongo una camiseta verde que nunca lavo para que al equipo le vaya bien. En Colombia se madruga mucho porque al que madruga Dios lo ayuda; las abuelas nos despiden con la bendición para que se nos libre de todo mal; y nunca pudimos tener sexo en la casa de los papás (o en un carro) sin sentirnos culpables de haber “salado” para siempre la casa porque “a la casa se la respeta”, como si fuera un templo.
Somos tan devotos que encomendamos nuestra democracia a un mesías y le tenemos tanta fe que no nos desanima que casi todos sus apóstoles estén presos, investigados o huyendo. Vemos a un hereje en cada persona que piensa distinto y para persuadirlo lo llamamos cariñosamente mamerto hijueputa o facho malparido, cuando no le aplicamos la purificadora violencia inquisidora. En nuestras celebraciones fervorosas hay que sacrificar algo con un cuchillo, y a falta de bueyes, bueno es el hincha del equipo rival de fútbol. Confiamos más en la aparición de la Virgen María en una tostada que en la investigación: el sector público invierte poco en ciencia y tecnología y el privado, menos.
Todo esto tan pintoresco podría explotarse para atraer el turismo internacional interesado en vivir experiencias de un mágico mundo pasado. Sin embargo, eso tiene un precio. Elegir mesías en vez de tomar la opción racional de elegir servidores públicos tiene un vibrante aire bíblico, pero produce corrupción. Tratar como hereje al contradictor en vez de usar la argumentación lógica transporta a la emocionante época de la Inquisición, pero genera violencia. Invertir poco en ciencia y tecnología se ve folclórico y artesanal pero se paga con pobreza, exclusión y sumisión a poderes extranjeros. A mí esta actitud ya me huele a chucha, como mi camiseta verde. Llegó la hora de lavarla. ¡Ya no más fe! ¡Ya no más devoción! Ya que hemos fracasado durante tanto tiempo con el pensamiento mágico-reglioso, tirémosle a fracasar con algo diferente y tratemos de resolver nuestros problemas de manera racional-científica.
Andrés Carvajal ha escrito sátiras para diversos medios y formatos, como la ponencia White Elephants Come First (en la conferencia sobre derechos humanos y educación de Colombian Academics en City University of New York - 2016). Ganador de la convocatoria New Media 2017 (Proimágenes, MinTic y Canada Media Fund) con Aprende con Muchotrópico, formato audiovisual de sátira. Cocreador y editor de la serie documental infantil Emoticones, finalista en los festivales Prix Jeunesse International 2018 y FAN Chile 2018. Las opiniones de los colaboradores no representan una postura institucional de Colciencias. Con este espacio, Todo es Ciencia busca crear un diálogo para construir un mejor país.
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