A principios de octubre se anunciaron los ganadores de los Premios Nobel de este año. Los galardonados para las categorías de Química, Medicina y Física tienen algo en común: sus estudios y hallazgos representan hitos en el avance de la ciencia que conocemos hasta hoy.
Jean-Pierre Sauvage, de la Universidad de Estrasburgo (Francia), Fraser Stoddart de la Universidad de Northwestern (Estados Unidos), y Bernard Feringa, de la Universidad de Groningen (Holanda), recibieron el Premio Nobel de Química 2016 por el diseño y síntesis de máquinas moleculares. El trabajo que vienen desarrollando permitió la fabricación de las máquinas más pequeñas del mundo, máquinas que son más de 1.000 veces más pequeñas que la anchura de un cabello humano. Éstas funcionan gracias a moléculas con movimientos controlables, que pueden realizar tareas una vez se les añade energía. Sus usos podrán ser múltiples, tendrán utilidad en la industria, en los servicios eléctricos, en la robótica y en la medicina.
El Premio Nobel de Física 2016 también fue otorgado a tres científicos: David Thouless, de la Universidad de Washington; Duncan Haldane de la Universidad de Princeton; y Michael Kosterlitz de la Universidad de Brown, Estados Unidos. Ellos descubrieron nuevos y extraños estados de la materia, es decir, estados donde ésta no existe de manera sólida, líquida o gaseosa, como conocemos, sino en estados extraños que se dan cuando la materia está en dos dimensiones: largo y ancho. Estos aportes será de gran utilidad para la nueva electrónica, los nuevos materiales y la computación cuántica.
Por último, el Premio Nobel de Medicina fue otorgado a Yoshinori Ohsumi, investigador del Instituto de Tecnología de Tokio (Japón), por sus descubrimientos sobre los mecanismos de la autofagia, proceso encargado de degradar y reciclar los componentes celulares para convertirlos en materia útil. Aunque desde los años 60 era conocida la capacidad de las células para eliminar los componentes no deseados, en los años 90 gracias a los trabajos de Ohsumi, se descubrieron los mecanismos que hacen posible el proceso de reciclaje, proceso clave cuando la célula necesita energía. Este descubrimiento representa un hito en el conocimiento del reciclaje de las células y un creciente interés en el estudio de la autofagia, que permitirá a su vez profundizar el estudio de enfermedades importantes para los seres humanos, como el cáncer, diabetes, párkinson, alzhéimer, enfermedades neurodegenerativas o la resistencia a los antibióticos.
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